"Andar ese lunes santo por Sevilla
era ver bellezas, y aparatos por la calle; Antonio tenía hambre, y se compró un
bocata de jamón con plástico. Él decía
que estaba rico, pero pepe y Quique se miraban con cara de
incertidumbre. Finalmente, Pepe y Quique se comieron su buen Kebab, qué va qué va, en el pasan compañía.
Antes vimos Vera Cruz por calle cuna. Al
lado nuestra existía una gorda, que la pobre no podía ni levantarse para ver el
paso. Empezó de nuevo a llover, pero apareció nuestro salvador, el aguador de
la cruz de mayo de san Bernardo, buena persona al fin y al cabo, dijo cosas muy
sabias aunque nadie le hiciera caso, pero que a nosotros nos fue suficiente.
Decidimos irnos a casa, pero antes de ello un pastelito tenía que caer, a Pepe
le sentó perfectamente, pero a Antonio le iba a pasar factura. Muchas anécdotas
ese día, día especial para los tres, muchas cosas que contarnos y risas que
plasmar. Maribel solo hacía preguntar por un pub para ir el jueves, y cada uno le
contestaba una cosa diferente, incluso ofreció roscos en forma de donuts. Se
esperaba con ansiedad el martes santo, en especial san Benito."
Como podemos apreciar gracias a estas sabias palabras de Enrique Martínez, no fue un Lunes Santo más. Fue un Lunes Santo que, fuera de lo estrictamente cofrade, quedó marcado, sin duda alguna, por un bocadillo de jamón, una cena reposada en el pasan compañía y un aguaor (que no un aguaor cualquiera).